Motivación: Buenas prácticas para la integración
Por su parte, Tulio Hernández, coordinador del evento, conversó con Frontera Viva en torno a las motivaciones, contenidos y el contexto en el que se realiza el seminario.
Con este seminario, manifestó Hernández, buscan ofrecer informaciones y conceptos clave sobre fenómenos migratorios, derechos humanos, pandemias y catástrofes, como insumos para inspirar buenas prácticas de comunicación que promuevan la integración de los inmigrantes, refugiados y desplazados en la sociedad receptora. “Entre caso nos centramos en el tema de la migración venezolana a Colombia” especificó.
Es preciso recordar que, aparte del hecho de que la migración masiva venezolana se ha convertido en el más grande fenómeno del planeta, colocándose este año por encima de los sirios que huyen de la guerra civil, hablamos de la oleada migratoria más grande que ha recibido Colombia en toda su historia.
Toda migración, es necesario recordarlo, sobre todo si es masiva como la actual, genera perturbaciones en la sociedad de destino, sensaciones de temor, rechazo y hostilidad que pueden generar brotes xenofóbicos y actitudes discriminatorias que es necesario tratar de neutralizar.
Asimismo, precisó que independientemente del nivel educativo de la población receptora, o del grado de apertura de los gobiernos, siempre las migraciones generan estigmas y prejuicios que pueden resumirse en estas frases: “los emigrantes son una carga y una invasión”; “los inmigrantes vienen a quitarnos nuestros trabajos”, “traen enfermedades”; “son delincuentes”; “no pagan impuestos”; “usan y abarrotan nuestros servicios de salud”; “las mujeres son prostitutas”; y muchos otros estigmas más.
Los movimientos migratorios son enriquecedores
Eso lo han vivido todas las migraciones. Pero todos sabemos que las migraciones también traen un enriquecimiento de la población receptora, generalmente aumentan el PIB de los países, significan un rejuvenecimiento de la población; llevan mano de obra calificada o asumen trabajos que los locales no quieren desarrollar; enriquecen culturalmente los países receptoras; diversifican la economía; aumentan los emprendimientos económicos y otras bondades más.
Sin embargo, un mal uso del periodismo, y en general de las comunicaciones, que se centre por ejemplo sólo en las malas noticias -crímenes, delitos, enfermedades, penurias- de los migrantes en vez de contribuir a su integración y al respeto de sus derechos humanos, puede reforzar la tendencia casi natural a los brotes xenofóbicos.
El papel del periodismo sobre la migración
La realización de un periodismo de calidad, que refuerce la integración y el tratamiento no discriminatorio de migrantes, refugiados y desplazados, es posible por medio de una formación especial que contribuya a tan importante rol.
Con ese propósito, el sociólogo recalca la necesidad de manejar el tema en toda su complejidad. Recordar, primero, que la propia evolución humana es producto de las migraciones, que a todos los pueblos y culturas les ha correspondido en algún momento ser emigrantes o recibir migraciones, ya sean provenientes del extranjero o, como es el caso e Colombia, de desplazamientos internos de su propio país.
Venezuela, por ejemplo, fue receptora de millones de inmigrantes italianos, españoles, portugueses, árabes, colombianos y otros suramericanos, que buscaron refugio en el país en los momentos del boom de la riqueza petrolera. Ahora le ha correspondido del papel de país de emigrantes.
Lo segundo que hay que recordar, es que la emigración es un derecho humano y que los emigrantes están protegidos por leyes, acuerdos y convenios internacionales que les garantizan sus derechos en el país de acogida. De manera que su atención no es solo un tema de solidaridad humana, que también lo es, sino de derechos y acuerdo internacionales que los Estados deben respetar.
Por esa razón, luchar por los derechos de los inmigrantes; reconocer no solo la solidaridad que merecen especialmente los de menores recursos; recordar en el caso de las migraciones forzadas como la venezolana que se trata de una decisión tomada porque en sus países está en juego no solo la calidad de vida sino su propia sobrevivencia; es una tarea indispensable para que los fenómenos migratorios sean tratados democráticamente, ajustados a las leyes internacionales y, sobre todo, que signifiquen una oportunidad de crecimiento para el país receptor y no una fuente de caos.
Allí entra el papel del periodismo de calidad.